Cómo decir las cosas cuando hablamos de lactancia materna

Cuando hablamos de lactancia con una embarazada o  una madre reciente, tenemos tendencia a  hablar de los “beneficios de la lactancia materna”.

Vivimos en una cultura “del biberón”: vemos imágenes representativas de la infancia con biberones, muñecos con biberones, literatura infantil donde vemos crías de animales alimentadas con biberón, carteles anunciando políticas de igualdad y conciliación con imágenes de biberones… Incluso hemos oído decir muchas veces que a partir de determinada edad -que es variable según el interlocutor y la situación- la lactancia materna “ya no alimenta” o “se convierte en vicio”.

Partiendo del estándar de la lactancia artificial, nombramos entonces los “beneficios de la lactancia materna” frente a una normalidad del biberón.

Sin embargo, si nos paramos a pensar… ¿Qué es lo normal en los mamíferos? Amamantar, ¿verdad? De ahí el  origen de mamíferoLas hembras de los animales mamíferos amamantan con su leche materna a los cachorros. La leche de cada especie es específica para sus crías ya que es el alimento óptimo, con los leucocitos, las inmunoglobulinas y otros elementos protectores únicos y adaptados para ellas, y que además permite a la madre cuidar personalmente de su cría hasta que ella esté preparada para independizarse y ser autónoma.

Por eso, si consideramos que amamantar, que la lactancia materna es lo normal y lo óptimo, cualquier cosa que no sea lo  óptimo es menos bueno, y por tanto, peor.

Si nos referimos entonces a los sucedáneos que se dan a los bebés humanos (leches artificiales a base de leche de vaca u otros animales, bebidas a base de soja, leches antireflujo o hipoalergénicas, etc), ¿por qué tenemos miedo de decir que son peores que la leche materna? ¿por qué no hablamos de perjuicios de la lactancia artificial en lugar de hablar de los beneficios de la lactancia materna?

Queremos ser políticamente correctas, pero siéndolo faltamos a la verdad. Las madres que no dan lactancia materna a sus hijos no pueden pensar que se van a criar igual porque no va a ser así. El cariño, el afecto, el amor, el respeto… de una madre a sus hijos, se pueden transmitir de la misma manera. Pero la calidad del alimento, de la lactancia materna,  no será, ni de lejos, la misma.

Y hablo no sólo a nivel nutricional sino también en el rol de maduración de tejidos y sistemas, incluyendo de manera especialmente importante, la maduración de los sistemas inmunológico y cognoscitivo del infante.

Cada madre es libre de decidir el alimento que quiere dar a su hijo, sin embargo,  para poder hacerlo debe recibir TODA la información, de manera objetiva y completa. Por ello las consultoras certificadas en lactancia materna, el personal sanitario formado y las asociaciones de lactancia, recomendamos enfocar desde la “cultura de la teta”, donde la lactancia materna sea la norma, y cualquier otra cosa cause perjuicios.

 

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