Hoy quiero compartirte una de las historias de superación más tiernas y emocionantes que he acompañado en los últimos años: una inducción de lactancia materna. Para respetar la privacidad de los protagonistas, he cambiado los nombres y algunos datos.
Mara llevaba varios años intentando ser madre. Pero el proceso había sido muy difícil: embarazos espontáneos que no llegaban a término, tratamientos de fertilidad largos y costosos sin final feliz…
Hasta que llegó Marcos. El pequeño apenas tenía unos pocos días de vida cuando se conocieron y Mara, que había oído hablar de los procesos de inducción cuando no hay embarazo, se interesó mucho y quiso saber si era aplicable en su caso.
Como en cualquier otra lactancia, hablamos de agarre, postura, tipos de succión, reconocimiento de las señales del bebé, frecuencia de las tomas, cantidad de leche producida, etc.
En esta inducción de lactancia, al no haber embarazo no había calostro ni subida de leche como tal. Por eso utilizamos un relactador con sonda al pezón para que el pequeño mamara del pecho mientras se alimentaba con fórmula láctea comercial desde un recipiente.
Mara siguió con la inducción incluyendo, además, una rutina de extracciones y de medicación para aumentar la estimulación y su nivel de prolactina, y después de varias semanas la inducción dio sus resultados: empezó a producir una pequeña cantidad de leche materna, que ponía en el relactador. De este modo, su bebé empezó a obtener simultáneamente leche de la sonda y de su propio pecho.
A los seis meses Marcos empezó a tomar alimentación complementaria. A pesar de la inducción, no habían conseguido hacer una lactancia materna exclusiva, pero Mara estaba muy contenta de la lactancia que había logrado. Por eso mantuvo las tomas al pecho mientras aumentaba la alimentación sólida e iba disminuyendo la cantidad de fórmula láctea comercial que ponía en el relactador.
Y así fueron pasando los meses, poniendo al pecho a Marcos cada vez que quería calmarse relajarse, dormirse y sentirse tranquilo en brazos de mamá.
Hasta que llegó la gran noticia: Mara estaba embarazada y las semanas iban avanzando, aunque no sin dificultad, pues necesario hacer reposo absoluto, lo cual no es fácil con una criatura de apenas año y medio.
Cuando nació Mario, su hermanito Marcos. tenía 22 meses y seguía mamando. La inducción inicial había sido todo un éxito.
En esta ocasión, la producción de leche siguió su proceso natural, ya no hizo falta la inducción : pequeña producción de calostro tras el parto, subida de leche al tercer o cuarto día de vida, aumento de producción al pasar los días y aumentar las tomas… ¡y producción para DOS bebés!
Porque al amamantar en tándem, Mara empezó a producir leche suficiente para sus dos hijos.
Han pasado varias semanas, y los tres están felices: el recién nacido tiene toda la leche que necesita, el hermanito mayor está obteniendo por fin una gran cantidad de leche directa de su mamá, y Mara sabe que todo el esfuerzo que ha realizado con la inducción se ve recompensado.
Tradicionalmente resulta difícil desligar la lactancia materna del embarazo y el parto. Sin embargo, la opción de amamantar a un bebé también es factible para las mujeres que se han convertido en madres a través de procesos de gestación subrogada o adopción. Existe poca información sobre la inducción de la lactancia materna. Los profesionales que ejercen la Pediatría deberían conocer las posibilidades de la inducción de la lactancia materna.
Existen escasas publicaciones en la bibliografía médica sobre cómo ayudar a una futura madre en su esfuerzo por inducir la lactancia materna. la inducción de la lactancia sin gestación previa es posible y puede ser mantenida en el tiempo. Se trata de un proceso largo que requiere esfuerzo y constancia por parte de la futura madre, tanto antes como después del nacimiento del bebé, además de apoyo y supervisión.
(Extracto de un artículo publicado en Scielo.org sobre inducción de la lactancia materna)
Imágenes propias de @laclinicadelalactancia. La imagen de lactancia en tándem es de @elliana_allon