Lactancia materna. La importancia de un buen establecimiento.

Es importante que la madre que quiera amamantar se informe sobre lactancia materna durante el embarazo, contando con el apoyo de personas expertas, formadas y cualificadas para ello.   También, que la madre confíe en su capacidad de hembra mamífera para producir la leche que su bebé va a necesitar.

Con la información en la mano, tener siempre presente que la lactancia materna es a demanda (a oferta) y exclusiva al menos durante los seis primeros meses de vida del bebé.

 

Es de vital importancia que no exista separación temprana entre la madre y el bebé, algo que se ha de dejar muy claro con el equipo que atenderá el parto, o la cesárea en su caso.

 

La información de que debe de producir leche para su bebé la recibe el hipotálamo, la prolactina y la oxitocina hormonas encargadas de la producción de leche. Se da con cierta frecuencia que la madre no nota cambios en los pechos, lo cual aumenta su desconfianza  pensando que no está produciendo nada, dejando de administrar el calostro a su bebé y ofreciendo otros líquidos, lo cual disminuye también su producción y se entra en un bucle en el que, finalmente, la leche no se produce en la cantidad necesaria.

Para el buen establecimiento de la lactancia materna, los primeros momentos son definitivos. El establecimiento del vínculo, la confianza de la madre en su capacidad para alimentarlo y la cantidad de leche que ésta producirá, se establece en las primeras horas tras el nacimiento.

El embarazo es el momento de obtener buena información sobre fisiología y conocer las necesidades básicas del bebé y las necesidades afectivas de ambos,  contribuirá a un buen comienzo de la lactancia materna. También contar con un buen acompañamiento favorecerá que todos estos factores se cumplan pues de lo contrario se puede llegar a sentir un sentimiento de fracaso lo cual llevará a un destete temprano y a la aparición, más tarde, de la culpa.

 

La primera leche que ya produce la madre antes de que el bebé nazca, es el calostro, que será el mejor alimento que pueda tomar en su vida.

 

En repetidas ocasiones hemos comentado que el estómago de un bebé recién nacido es del tamaño de una canica, por tanto, no tiene sentido que la madre produzca una cantidad de leche que no va a ser ingerida. El calostro, esta primera leche, contiene todos los elementos necesarios que el bebé necesitará en estas primeras horas. Y además, lo va a digerir de manera muy rápida, por eso se le ofrece al bebé el pecho a demanda, tantas veces sea necesario sin esperar al llanto, pues entonces es señal de que está desesperado.

Ahora sabemos por qué se digiere tan pronto. Y por ello se ofrecerá el pecho al bebé cada vez que muestre señales de que quiere mamar (ruiditos, mover la cabeza, abrir la boca y sacar la lengua, chuparse las manos…). Si esperamos a que llore, el bebé ha alcanzado un estado tal de nerviosismo que dificultará el enganche porque significa que lleva un rato pasando hambre.

 

Cuando un bebé nace no necesita nada más que el contacto con su madre. Y su leche. Todo lo demás que se le pueda dar, como suero glucosado o cualquier infusión, entorpece la ingesta del calostro tan necesario en esas primeras horas.

 

El estómago del bebé crece en función del tiempo que pasa. El primer día apenas tiene capacidad para 5 ml, casi el tamaño de una canica pequeña. A los tres días con el tamaño de una canica grande ya podrá tomar 10 ml.  Y cuando hayan pasado cinco días, su capacidad será la de un huevo de gallina unos 30 ml aproximadamente.

La cantidad de calostro que la madre produce, también aumenta conforme el tamaño crece. No tendría sentido producir más y luego, desecharlo.

La “subida de la leche” se produce entro los dos y los cinco días posteriores al nacimiento. El volumen del pecho aumenta, así como la sensibilidad en el pezón y la temperatura. El pecho se muestra congestionado para algunas mujeres, en cambio no suelen dar estas muestras si la lactancia materna se establece bien desde el principio.

Una de las ideas que inquieta a muchas madres es el no poder producir suficiente leche para su bebé, cosa que no tiene razón de ser. Si el bebé mama con frecuencia, lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos es normal.

Cuando el pecho se nota congestionado y para evitar una sobrecarga del mismo a consecuencia de unos horarios demasiado rígidos, o de una separación del bebé o por otra cualquier causa,  puede producirse lo que llamamos ingurgitación, y el pecho necesita ser vaciado efectiva y frecuentemente.

Es conveniente que el bebé mame frecuentemente conforme aumenta el volumen de leche que se va produciendo. Para ello, es importante encontrar la postura apropiada y la posición del bebé respecto al pecho. Se puede ayudar dando pequeños masajes circulares con las yemas de los dedos en la zona donde se encuentre un endurecimiento y masajes radiales desde la parte externa del pecho hacia dentro, hacia la areola.

La boca del bebé ha de agarrar el pezón y parte de la areola (depende del tamaño de la misma). Si el agarre es bueno NO es doloroso. Si sucede lo contrario y la madre siente dolor debido a cualquier causa como grietas, frenillo lingual o interferencias debido a pezoneras, chupetes, etc. la transferencia de leche no será correcta y el pecho no se vaciará bien ya que la madre tiene tendencia a retirar el pecho antes de que la toma se complete.

Es importante contar con apoyo de la pareja, de la familia y del entorno. Ante la duda, es interesante acudir a un profesional de la lactancia materna.

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